16.9.10

La cantina de Bernarda (Parte 3)

Parte 1
Parte 2

Los meses siguientes fueron una especie de “edad de oro” en la cantina. La disposición de las mesas se cambió de modo que quedaba una casi en posición escénica, la cual obviamente se reservaba para Bernarda y Estela. Los días que llegaban temprano se sentaban a charlar y a beber, ella whisky y ella soda, acompañado por algún entremés que proveía Ramón el camarero polifuncional de la cantina. La gente que iba llegando formaba una especie de desfile en el que los dueños de la cantina, Ramón, Rubén y el resto de la tropa eran saludados con un gesto de cabeza y se terminaba en la mesa de ellas saludando con un besito a cada una. Nunca terminó de quedar claro si las constantes interrupciones que esta costumbre generaba les provocaban cariño o irritación. Probablemente una mezcla de ambas. Durante el transcurso de la noche el volumen de voz de Bernarda se iba elevando, al igual que la frecuencia de sus características carcajadas. Una vez que empezaba la música, Bernarda elegía los temas claves para lanzarse a la pista, Estela invariablemente se quedaba en su silla observando mientras terminaba el tercer vaso de soda y pedía el primero y único de gin tonic.
La relación entre Ramón y Rubén da para escribir varios libros aunque todavía no se si de filosofía, de física o de lógica. Uno podría jurar que eran una demostración de la existencia de universos paralelos por medio del ejemplo anómalo. O sea, ellos estaban en el mismo plano, en la misma cantina, Rubén y Ramón, uno camarero polifuncional, el otro encargado, uno flaco, otro gordo, uno con importante cabellera canosa, otro con sólo unos pocos pelos pero bien negros. Disfrutaban enormemente filosofar en la puerta mientras fumaban, tenían un trato como de hermanos, pero en cuanto se separaban se ponían a hablar mierda del otro. Rubén en su intimidad se creía superior a Ramón y cuando imprevistamente se acababa el stock de cerveza lo mandaba volando a comprar algunas al quiosco sacando el dinero de su bolsillo. Ramón en su intimidad se creía superior a Rubén y cuando llegaba gente nueva y no había mesa para sentar lo mandaba a traer las del fondo indicándole exactamente donde deseaba que instale la nueva localidad.
Algunas noches Ellas no llegaban hasta después de las doce de la noche pero sin embargo estaban un poco allí, pues su mesa no era ocupada por nadie y todos conocemos la importancia que puede adquirir un espacio vacío. Lo mismo una vez que viajaron juntas al NOA y la cantina careció de su presencia por algunas semanas. Pero en esa ocasión no fue como antes que la gente comenzaba a desaparecer. Todos sabíamos su paradero mas no su fecha de retorno y cada noche había como una adrenalina ante la expectativa de su regreso triunfal. Porque Bernarda y Estela habían conformado una institución. Una especie de Bi-Monarquía si se me permite la animalada. Otro aspecto relevante es que antes de conocer a Estela, Bernarda era una persona completamente impredecible por lo que cada vez que desaparecía uno no podía saber si algún día regresaría. Pero ahora sabíamos que el poder atemperante que ostentaba Estela nos las traería de vuelta sanas y salvas como efectivamente ocurrió. De todos modos no volvieron a viajar juntas, según me enteré más tarde Estela había tenido serios problemas con su familia al regresar.
Si bien es cierto que Bernarda estaba más tranquila, no había abandonado del todo sus viejas y atractivas costumbres. Una noche a un borracho infeliz se le vino a ocurrir recordar jocosamente el apodo de “Telita”, el cual no se había vuelto a mencionar desde aquella otra noche mágica. Instantáneamente se produjo un silencio de ultratumba. Nadie se movía, sólo Bernarda que tenía una mirada seca y caminaba lentamente hacía el agraviador. Estela rogaba hacia sus adentros que simplemente lo dejara pasar. Cuando lo tuvo cara a cara rejuntó la mejor colección de esputos conocida por el hombre, ayudada por su tabaquismo crónico y el hábito de no cepillarse los dientes, y se lo plasmó en la cara en un inolvidable gargajo. Hubo cinco segundos de conmoción silenciosa. En cuanto el borrachín atinó a abrir la boca para lanzar la primer puteada, Bernarda lo barrió de una patada certera, se le montó encima y comenzó a golpear su cabeza contra la silla más cercana, hasta que por fin algunos valientes lograron separarlos. Oscarcito, recién aquel día me enteré su nombre, perdió un diente en el episodio pero sin embargo no dejó de asistir a la cantina. Eso sí, siempre sentándose en la mesa más lejana a la principal, allá en el rinconcito.

7 comentarios:

Mel Blanc dijo...

Estimado Airdish: me gusta este relato que estás presentando por entregas, y te informo que me los leí a los tres de un tirón, y continuaré siguiendo la saga. Una pregunta: se supone que Bernarda y Estela incursionaron juntas en el lesbianismo? Por ahí no entendí bien, pero me dio esa sensación. Como dije, vamos a seguir leyendo esta rica historia urbana. Abrazo!

Xim dijo...
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Airdish number dijo...

Xim: Perdón por borrar su comentario pero realmente creo que estaba fuera de lugar en este sitio. Por favor no interprete este acto como censura, quien asi lo desee puede entrar a su blog e informarse de su terrible denuncia. Sepa que me he contactado con los abogados de Madres de Plaza de Mayo para asistirlo en todo lo que podamos. Por otra parte, creo que su compleja personalidad, fiel testimonio del carácter general de la Madre Patria, es un indicio de los origenes del mito llamado Bernarda.

Mel: Perdón por no responder su comentario. No es mi intención ser grosero, simplemente no encuentro aún la forma para hacerlo.

cleopatra dijo...

¡Excelente Airdish!

(Y me conmueve que hayas encontrado -aunque sea en tus deseos- cierta solidaridad entre mujeres)

Un enorme abrazo para vos...

cleopatra dijo...

No se porqué, me hiciste acordar de "La casa de Bernarda Alba"...

Rob K dijo...

Me pregunto si la historia será verdadera o verosímilmente inventada, pero en cualquier caso resultan atrapantes los personajes y el ambiente.

Airdish number dijo...

Rob, en la parte 1 hay dirección extacta. Más no pueden pedir.
Será cuestión de hacer un poco de detetivismo urbano, y de paso, tomarse algunas copas.

Gracias por pasar.

Abrazo para cleo también.