12.7.10

Pequeño tratado sobre circulación pedestre

Si lo que anda buscando son fotos de niñitos desnudos, usted es un pedrasta y debe corregir su término de búsqueda.
Ahora sí, vamos a lo nuestro. Mi idea surge (como muchas) de uno de esos documentales de Discovery donde mostraban como unos ingenieros norteamericanos utilizaban diversos análisis dinámicos para estudiar el tráfico. De sus incontables autopistas, claro. Pero a mi me pareció mucho más interesante (y más complejo lamentablemente) el tráfico peatonal. Me imagino que a su vez hay toda una parva de ingenieros todavía más sesudos que se dedican a esto y no aparecen en Discovery. Los contratan los shopping centers y los casinos para que propongan los diseños edilicios en los que es fácil adentrarse, pero muy difícil salir. Junto con sociólogos podrían explicar algunos comportamientos muy curiosos, como por ejemplo que en determinados pasillos y peatonales, la gente mantenga el sentido de circulación automotor (por la derecha), aún en ausencia de reglamentación alguna. O por ejemplo porque hay gente que no tiene problema en cruzar por mitad de cuadra con auriculares puestos y mirando para cualquier lado, pero llega a la esquina con prioridad para cruzar y se queda esperando que doblen los autos.
Pero como no soy ingeniero ni sociólogo me lavo un poquito las manos y humildemente les traigo mi “principio de nivelación hacia abajo en la velocidad de dos cuerpos que se mueven con distinta amplitud de onda”, desarrollado en mis adolescentes tardes en las calles de parque chacabuco. Y postula lo siguiente:
Dado un cuerpo A que se mueve a una velocidad X, pero que realiza un movimiento zigzagueante u ondulatorio y, entonces tiene una velocidad final en línea recta de M < X
Considere otro cuerpo B, que viene detrás y se desplaza hacia el mismo objetivo que A (supongamos el final de la cuadra) en línea recta. Si su velocidad es Y tal que M < Y < X es muy probable que B entre en una dinámica que lo lleve a una velocidad final M, nivelando hacia abajo. Esto ocurre porque cuando B alcanza a A, éste último se ve obligado a reducir la amplitud de su onda (o zig-zag) para impedir la colisión, aumentando M a un nivel superior a Y, y entonces B es incapaz de sobrepasar a A. Se quedará caminando a un ritmo que le es incómodo hasta que el borracho, chueco o vieja imbécil que tenga adelante se le ocurra doblar en alguna bendita esquina. Yo soy B, por si no se había notado.