4.11.10

En su mayoría de origen peruano (Parte I)

El portazo metálico de la Renault Fuego resonó en todo el pasaje del Obrero Núñez. Eran las 4:45 de la madrugada y el aire se había puesto fresco y liviano, anunciando la eminente salida del sol. A Mario le parecía que esta era la época del año que menos lo hacía odiar este trabajo y sus horarios. Prendió su primer cigarrillo calculando las tres o cuatro cuadras que tenía hasta el sitio indicado. La distancia no obedecía a otra cosa más que a la precaución: si se armaba lío después podían volar piedras y terminaba pagando los platos rotos la pobre coupecita. Las primeras cuadras lo encontraron contento, con pasos largos; de reglamentario traje gris no sentía ni frío ni calor. Pero llegando a la esquina de la avenida Corrientes y Acuña de Figueroa ya le empezó a cambiar el humor: divisó primero el vallado metálico aprontado contra una pared y después a la macana de Galimberti que se bamboleaba toda por el paso rápido de su propietario, quién le salía al cruce:

- ¡Mario! Acá estás, apuremos que esto en 2 horas va a ser un infierno.

Peón de rey. Dos casilleros adelante. Clásica jugada de arranque. Allí fue Mario, ya está enfrente de la imponente puerta de madera dando dos (si claro, dos) golpes secos. Clásica también es la respuesta: no pasa nada, nadie responde, se labran las actas correspondientes y se llama a la fuerza policial para que fuerce la entrada. Pero esa mañana de Octubre algo imprevisto ocurrió. Peón de torre, un casillero adelante, ponele. Se abrió la puerta y atendió una señora embarazada, la cara era de miedo, pero al mismo tiempo parecía estar pidiendo perdón. La sorpresa le impidió sentir como una mano lo tomaba a la altura del cinturón y lo jalaba hacia adentro. En la oscuridad del interior le costaba ver, apenas pudo identificar unos pies con ojotas vedes. Sintió el caño del .38 en el abdomen y se dio cuenta de que quien lo sostenía tenía una contextura pequeña.

- Mirá hijo de puta, me importa una mierda lo que hagan con los demás, mi vieja y yo nos vamos a quedar en el baño del tercer piso. No te cuesta nada dejarnos, ella esta embarazada, somos dos. Portate bien porque te juro que te pongo. Chau, tomatelá puto de mierda.

Apenas lo empujaron hacia afuera sus compañeros lo pusieron a resguardo. Los ratis estaban como locos, querían entrar ya y hacer mierda todo. Pensaban que esto era una jugada de todos los que estaban adentro y sabían que si se habían atrevido a tanto la cosa se iba a poner brava en serio. Para colmo si llegaba a venir algún móvil televisivo ya no se iba a poder laburar. Realmente no tuvo tiempo de pensar lo sucedido, reaccionó recién cuando ya lo tenía al comisario a unos diez metros y estaba por iniciar el operativo.

- ¡Galimberti! – le gritó - …
- Eu
- … No nada, dejá.

4 comentarios:

AGUK dijo...

ESPANTOSOS DESALOJOS.
Que no puedan!!!

Rob K dijo...

Ud. nos hace ver que la salida del sol bien puede considerarse eminente, y adhiero.

cleopatra dijo...

Miles..de..procedimientos..a..la..
fuerza,que..nos..hacen..más..
miserables..en..conjunto,..por..
no..evitarlo.

Peruanos,..bolivianos,..chinos..y..
una..increíble..xenofobia..en..
aumento.

Ya.."los..negritos..de..mierda",..
pasaron..al..olvido.

Y..qué..nene..con..portación..de..
apellido:..Galimberti.

Muy..bueno.

Anita Leporina dijo...

Muy lindo. La doble escena del toque de puerta me hizo acordar a El silencio de los inocentes pero acá tiene el golpe significativo de la réplica social, "ahora sí se va a pudrir" como quien diría.